jueves, 25 de octubre de 2012

Silvia



Si tu piel no fuera tan sedosa,
ignoraría que tu figura
es una prolongación de la mía,
ni podría tomarte
a través de la península de tus dedos.
¡Oh, Silvia! Hemisferio hundido en mi sangre,
murmullo de alas cuando el tiempo se despedaza
y sólo permanece la fatiga de vivir.
Mujer que me proyectas cada día:
sólo cuando tú me acaricias sé que soy distinto
y me admito. 

 A Silvia Rojas López

M.Canet

Tumbados una noche más

Tumbados una noche más
bajo tu techo,
hasta nosotros llega la reverberación
de la existencia de otros:
aullidos impetuosos
(de rabia o de vino),
astillas inconexas
de deportes, telebasura,
                                                      noticiarios económicos y series de humor. 
Se extinguen en la lejanía
las luces del nuevo verano
y la brisa de noche embrionaria
huele a inciensos y a ensueños.

Tumbados una noche más
bajo tus pechos,
en la paz cómplice
de este amor que es puro
tú, con tus gafas violáceas,
leyendo a los rusos de otrora,
y yo observándote como a una pintura
de damisela renacentista.

Aúllan los perros a la luna,
enfurecidos por los parásitos.
Y los grillos chirrían sus estrépitos
a las luciérnagas de neón.

Y yo soy tu eclipse en esta noche de junio,
una existencia que vela al acecho de la adversidad.

Tumbados una noche más
bajo el humo
tú y yo y la oscuridad
hablamos el lenguaje de signos
que acaricia tus ojos
en los míos.

Ya no somos dos, somos uno.
Ahora sabemos que el amor es sosiego.

¡qué pesar tan delicioso no tener que gritarlo,
porque tus ojos entienden lo que mi boca enmudece!

El viento agita al verano,
Tumbados una noche más
bajo la noche
amándonos en silencio.

M. Canet 

La Prueba






Cuando me dirijo a la cama para dormir junto a la noche, me entristezco ante los sueños que sé que me esperaran como tigres hambrientos dispuestos a lanzarse contra su captura, yo. Durante el lapso nocturno no dejo de dar vueltas...y más vueltas, mientras, descifro enigmas que siempre conservo con la oscuridad, también me gusta creer que soy un detective solucionando tramas que ni el mismísimo Dupin pudo resolver. Todo bajo el yugo de la burbuja onírica tiene su sentido y le impone su orden, y yo juego al ajedrez de modo milimétrico, con el único testigo de mi dulce Náyade.
Pero lamentablemente ya en la mañana dejo de recordarlo todo. No sé qué día es ni que debo hacer. Con los primeros cantos alados me queda una extraña sensación en el vientre, que se calma con el primer desayuno que me prepara la mujer de mi vida, y una melancolía en el espíritu que no se aplaca con nada.
Ayer escuche al hombre del tiempo decir que subirían las temperaturas, me recomendó ir siempre con agua encima y me deseo un muy buen día. Me quede desilusionado y me largue con Náyade sin agradecerle la información.
Con mi bolso, mi libro de tragedias y mi melancolía, bajo las escaleras alisándome las pobladas patillas y me propongo ensayar la sonrisa frente al reflejo de los escaparates. Náyade logra animarme y llego a la parada del autobús con un rictus entre hombre guapo de cuché y vejestorio rellenado de botox.
Creo que he superado la prueba, Náyade siempre a mi lado consigue hacer de un tipo insomne un Señor casi distinguido, es más, ahora creo que no paso desapercibido, al menos para ella.

M.Canet

¿Dónde irán todos esos zapatos?









Desde que entre aquí me he divertido con el calor de las tempestades cotidianas, he vivido en una cima elevada, donde mi zurdo se llenaba de merd , donde emitía los graznidos de la soledad, los cuales me ayudaron a sobrevivir.

Casi al instante me percate de la repugnancia que sentía hacia los de ahí arriba. Un buen día empecé a sentirme agrio y colmado de episodios ya vividos.
Sentía desdén por las bellas mujeres y aprecio por las menos agraciadas.
Las apetencias de los demás me provocaban grima. Seguro que era mi soberbia la que me empujaba por encima de lo vulgar. Las alegrías de los que me rodeaban me hastiaban y me encogía de hombros cuando me contaban una necedad cualquiera.
Algunos coleccionaban episodios sexuales durante todo el año. Siempre me parecieron de lo más cretinos.
Por el resto, me daba igual, conseguían de igual modo aburrirme.
Era un insolente con los creyentes y un ascético con los obscenos.
Por aquel entonces me complacía observar a la nada. Deambulaba de la oficina hasta el subte y a veces me gustaba perderme por las bulliciosas calles, con insistencia fantaseaba con absurdas ideas, como la de intentar observar los rostros de los caminantes con los que me cruzaba. Todas aquellas mascaras cruzaban delante mía, sin mostrarme nada., solo un puñado de arrugas comunes.
Hasta que aprendí a fijarme en los pies que andaban por todas partes, en vano intentaba asociar pies y cuerpo, dar a los zapatos con la figura adecuada.
-¿Dónde irán todos esos zapatos?- ¿ y por qué no deja de caminar todo el mundo?

M. Canet

miércoles, 24 de octubre de 2012

Y Quizá...













Y quizá te susurre cuando ya no aparezcan más mis musas;
Y tal vez me dedique a permanecer
en otros lugares;
Tengo tanto vigor como
para abrirme ante ti,
que ya me he convertido en poeta ante tus ojos
y taciturno ante un recio compromiso.
Deséame ventura, porque probablemente,
hoy ya no hallemos la duda.
Sigo echando de menos la latitud entre tus piernas y mi boca,
y amanece tan prematuramente.
Sigamos endulzando la vida con sales de mar deleitoso
¡Bendita seas tú entre todas las mujeres! Y tu imagen, y tu quimera...

En mi realidad, residencia de arcaicos libros y sueños son.
Mereces no ser olvidada.
Honesta e imprescindible está siendo esta evocación.
Vuélvete tan loca como el abajo firmante y haz licuar los días con el más
llameante de los fuegos.
Conseguiré arrancarte el juicio
seguiré tejiendo tus manos entre mi pecho;
Dorare mi aliento con el hálito de tu boca;
Inhalare hasta la última de tus palabras y
Seguiremos, en medio de está multitud, entendiendo que
más vale seguir amándonos aunque tan sólo sea en sueños.


M. Canet

http://programalaesfera.blogspot.com.es/2011/09/y-quiza.html

martes, 23 de octubre de 2012

Corazón de esmoquin









Paseo pausado y sin prisas, con esmoquin de ligero corte y harapos, y maleta de hilo natural y trapos, ondeo el horizonte y planeo, en el mejor lugar del salón… mi banco.
Una pelota y un niño, una rubita preciosa y su muñeca de tela, una sonrisa al cielo, rayito de luz y de calor que atrapo, escondiéndolo en mi interior, guardando la llama de la hoguera en mí regazo, que esta noche hará de nuevo frío… y no quisiera quedarme helado.
Gente andando de aquí para allá, una pareja que se mira fijamente, unos ancianos cogidos de la mano, descontando paseos de su viejo camino encantado, torpe movimiento tranquilamente realizado, una leve sonrisa al niño, que extrañado mira y huye asustado.
Unos patos juerguistas, en su paraíso carcelario, la mano humilde e inocente que les da de comer, recobrando una alegría, escondida bajo alambradas sin libertad,
que tanto añoran y desearían poseer.

Comienza a bajar la luz, a oscurecer la tarde de mi jardín, mis zapatillas no abrigan mis helados pies, los personajes de mi transeúnte relato, despejan el escenario de mis días, el negro telón se vuelve a cerrar, como ayer y como tal vez lo hará mañana, ella lo besa en los labios, con una felicidad que incluso fluye en mi corazón, rodean los dedos de sus manos, y caminan tranquilos desprendiendo amor.
Me acostaré en mi cama de duro armazón, de muelles abruptos y mantas de puro cartón, abrigaré mis sueños con naturaleza, y esperaré la llegada de los rayos del sol, al alba me despertaré con el rocío de la madrugada, y al despertar sentiré que aún sigo siendo yo, me vestiré con mi ligero esmoquin, y partiré otra jornada más de mi vida, por un paseo de libertad con mi maleta de hilo y trapos… y el solo equipaje del corazón.

M. Canet

http://programalaesfera.blogspot.com.es/2011/03/corazon-de-esmoquin.html





Y te menciono










Porque cuando te menciono es como arrojar un verbo.
Yo tan solo sé plantar en los renglones desequilibrados del insomnio,
en esas costas de jaspe que saben que el oleaje aguantara hasta el amanecer, para confeccionar armonías del recuerdo.
Está despojada, como la noche, la palabra y herida la hondura de mi pecho. -Carece de importancia que al páramo le siembren césped y esperanzas.
Has fecundado un respiro, como yo un poema, una mirada o un gemido vertical, un océano de ternura por cada vena.
Continuo buscando ese confín ígneo, esa reverberación silenciosa y de ofrendas.
Y te menciono, porque cuando te nombro
eres la obra más hermosa y anhelada.

M. Canet 

http://programalaesfera.blogspot.com.es/2012/02/y-te-menciono.html

lunes, 22 de octubre de 2012

Amapola











Floreció en un campo de trigo maduro, una solitaria amapola roja, inocultable en la inmensidad amarilla, en la que por obra del azar había germinado días antes. Se dejaba llevar por la calidez de la brisa veraniega que mecía su endeble tallo al compás de aquel clónico grupo en el que se había infiltrado sin querer, y por momentos se sentía uno de ellos, feliz en la ignorancia de su auténtica naturaleza. Sonreían sus estambres negros al sentir el roce casual del trigo, silenciosamente envidioso éste ,de su colorido único entre aquella homogénea y aburrida multitud. ¿De dónde habría salido, y porque sonreía constantemente?¿No era acaso consciente del irremediable destino que les deparaba a todos aquella misma tarde? .
De cuando en cuando un visitante esporádico irrumpía en sus cavilaciones y vaivenes: era un ser bellamente distinto, irrepetible y que la dejó fascinada, ya que en su breve historia sólo había conocido al trigo, a la brisa y al sol. Era una espléndida mariposa azul.
Su colorido era indescriptible y se paseaba orgullosa

sobrevolando el prado, con la superioridad que le daba la independencia del suelo y lo imprevisible de sus vivos movimientos, formando todo ello una interesante amalgama de atributos que dejaron a la flor doblegada ante su presencia. No pudo más que rendirse y entreabrió sus rojos pétalos, entregada a su suerte para que libara su néctar dulce, para que la acariciara en aquellas zonas ocultas que apenas el viento había traspasado algún día.
Se sintió morir por el intenso placer provocado por las palpitantes y suaves acometidas de su visitante, que la acariciaba con sus alas y al que sintió posarse y aferrarse en el borde de su húmedo cáliz, rebosante de la miel con la que el insecto saciaba su voraz apetito. Y lo hizo hasta dejarla exhausta… y luego retomó el vuelo con un empujón de la brisa y se fundió con el sol, a lo lejos.
La amapola tardó largo tiempo en recuperar de nuevo su pose erguida. Se sentía avergonzada en la medida en que iba tomando conciencia de que el trigo, seco por la envidia, se había dado cuenta de lo sucedido y de que la odiaba al verse incapaz de despertar en aquel increíble ser un instinto semejante. Sin embargo, la flor lejos de arrepentirse era feliz.
Buscó a su azul amante con la mirada en el horizonte y por un momento creyó divisarlo a lo lejos, posada sobre una radiante margarita a la que también brindaba generosamente el placer de sus artes.

…¡Ya viene, ya está aquí..! Escuchó murmurar al trigo en un susurro tristemente resignado. Y sucumbieron ambos , el trigo y la amapola, bajo las afiladas cuchillas de la siega. 

En su lecho de muerte, la vivacidad de sus rojos pétalos se fue apagando, y pudo percibir un latido también cesante en su interior…Se sintió extrañamente afortunada en su agonía y sus estambres negros sonrieron por última vez .


M.Canet

Te esculpo...






Te esculpo y te pongo el cabello
Como una rama que, azabache,
Yace sobre tu frente.
Con ansia te pinto
Bajo cejas quiméricas
Color almendra en los ojos.
En la boca te ofrezco
Afilados y duros
Templadores para que dañes.
Te moldeo una lengua donosa
Y en la gola un tapiz de seda.
Auditorios de mariposas
Con fajos de pétalos
Dan vigor a tu cuerpo.
Y finalmente terminada,
Te venero…

M.Canet

Aleteo







-¿Acaso ignoras que cuando los cuerpos viven muchos días sin ser acariciados atraviesan muros, se vuelven espectros, aletean, migran como post-it en medio del huracán? 

M.Canet

Yo no soy aquel hombre


A veces el destino nos agasaja con ojos cristalinos. 
No todos son marrón pálido. Los verdes y azules tienen la misma habilidad iluminados por la luz. 

Escucharme, yo no soy aquel hombre atrevido que imagináis, sino Canet, un hombre anémico de ojos, sediento de iris.

M.Canet

En mi propio abandono






















Aquí, en mi propio abandono, en plomizas horas, sello estas palabras con tachaduras de etéreos y trasparentes versos, mientras la tarde tendrá que soportar mis continuas palabras. Me agita el cruel ritmo de las tragaldabas aspas del reloj...
Debajo del mudo espacio de la deteriorada piedra donde me hallo, ruidoso jolgorio, turbios andares, vidas derramadas..., bañan con su consonancia el gris oscuro de mis profundidades subterráneas. Abundancia que solitaria  flota pretendiendo silenciar mi mundo, rozando tan solo la armonía de una codiciada voz. Pero el orbe de ahí arriba me rodea con tambores de irónicos aires.
Aun no sé como transformar en alegría, las endebles lágrimas.

M. Canet