jueves, 14 de junio de 2007

Luna


El influjo de aquella enorme luna llena la inquietaba por momentos, haciendo orbitar la enorme cama sobre la semidesnudez de su cuerpo. La insistencia de sus refulgentes brazos blancos traspasando el opaco cristal de su ventana parecían querer robarla de entre sus pesadillas y elevarla al mórbido sueño oculto en sus cráteres.

Despertó repentinamente. Sus sábanas, mojadas por el salino combate entre sus deseos y sus tormentos. Su cuerpo, tembloroso como el de la criatura que asoma al mundo desde la oscura familiaridad de las entrañas. Se levantó, sintiendo la frialdad de la piedra bajo sus pies y fue poco a poco acercándose a la ventana, a sumergirse bajo la blanca luz que la reclamaba aquella madrugada, con más fuerza que nunca.

Observaba desde la altura de su habitación, la inmensidad de aquel frondoso bosque cuya negrura contrastaba bajo la potente claridad de la noche. Abrió el ventanal y comenzó a andar en dirección a la arboleda, con la mirada errante, hechizada por la música de las hojas al ser roídas por el viento que también, con insistencia, se entrometía en sus finas ropas para acariciar con frialdad sus ocultas redondeces y recovecos.

Las espinas de las zarzas, le daban una amarga bienvenida al bosque. La luminosidad de la noche, comenzaba a ser ensombrecida por las gruesas ramas y la otoñal ojarasca que empezaba a desprenderse. Resultaba difícil orientarse en aquel inmenso laberinto de árboles, pero tampoco buscaba un destino, simplemente se dejaba llevar por aquel incontenible impulso, que hacía sus latidos cada vez más intensos y acelerados.

De pronto, por un momento creyo que cesaban los cánticos del viento en sus oídos, pareció por un instante que la calma retornaba de forma inminente , la sensación de vacío y sosiego eran angustiosamente reconfortantes.


M.C (Mitxel Poe)