miércoles, 21 de noviembre de 2012

Vida insólita sin poesía

















¿Dónde demonios colocar la poesía
cuando la ira resquebraja el murmullo áspero
y rompe el barrizal de la monotonía?

Mil pájaros cautivos en el día huidizo.

El cierzo cepilla barrotes de hipocresía.

Me encuentro engendrando oleajes,
buscando la raíz cónyuge,
pero hay días que soy tan mustio,
tan miserable bajo el desconsuelo del mundo,
que las áncoras herrumbran mis manos como
cuchillos de cocina oxidados
clavando
con rabia dentada.

Y para no hundirme
lloran mis dedos,
si no es sábado y no veo su figura
en la mañana para ampararme.

Escalones de oxigeno,
expulsados,
cesados al lugar de no morir remotamente
de la hipérbole y el embuste enmascarado,
del fragmento dilatado hasta quedar ciego.

En aquel lugar la fatiga es una aguja,
un millón de puntadas de afonía selectiva
en la clausurada aspereza de la atmosfera azul.
En aquel lugar la poesía no halla su ansiedad,
su aullido esterilizado
queda turbado.

Todas las huellas lamen la brisa,
ensuciando la ciudad
apagados los individuos
con sus hocicos de bestias descubiertas
en océanos de narcóticos. 
Vida insólita sin poesía
donde contempla los bramidos
en el borde del mundo.

M.Canet

Los que ya no están




Los que ya no están 
no desean
ni perfumes, ni lagrimas, ni dilatadas miradas.
Preguntan por si mismos
en las ciudades
y observan sin ojos un astro insondable.

Los que ya no están 
no rememoran
ni tararean, ni se ilusionan.
Solo extienden sus huesos entre la tierra desecada
cubiertos por el afán de un aliento y una causa.

Se amarran al silencio en ramilletes
y parecen el cálculo de un rosario.
Desconocen sus nombres.
Ignoran su domicilio.
No ambicionan ser pensados, ni queridos.
Ni siquiera recordados.

Los que ya no están 
se aproximan pausadamente
y a veces…Solo a veces
derriban la frontera del mundo
y toman de nuestro abandono real e infinito
un trago de vida acumulada.

M.Canet

martes, 20 de noviembre de 2012

Niebla





Un autobús, 124, parte en la niebla
del lugar en el que se me escapa el pensamiento.
Viajo en el asiento de mi mismo
encarado en el cristal de mi adversario,
oteando en las marquesinas mojadas
una fila de luces que han preparado
la dedicación del día a mi fracaso.

En pos queda el Sena y el d'Orsay ,
los besos con sus paseos, el arrumaco
del calor donde combatían la frialdad,
tus brazos de luz cincelando
una arista de peso en Notre-Dame.

En sentido opuesto, hacia el torbellino
de tinieblas avanza el cierzo, regresa el frío,
emanan los árboles, los humanos,
los anuncios y los coches, un perro
amarrado a la farola más plomiza del cielo.
Se hace de noche. La lluvia es otro filo
de cuchillo proyectado por la tronada.
Se infiltra en las pupilas. 
Puramente.
Un autobús, 124, parte en la niebla...



M.Canet

martes, 6 de noviembre de 2012

No es cierto...





No es cierto que las mujeres estéis hechas de elementos tersos y sedosos; sois rocosas. 
Lucís cinturas delicadas y moldeáis la curvatura de las cejas y solicitáis seguridad, ilusoria apariencia : la dureza se encuentra en vuestra mente. 
Algunas requerís gestos, abrazos, besos, y parece que insertáis una demanda de infinitas dosis. 
Amáis la cantidad. 
Siete años de proximidad, 
tres mil quinientas horas de reposar la testa sobre el hombro y doscientas setenta noches de leer a Saramago y mirar por la ventana.

M.Canet

lunes, 5 de noviembre de 2012

De ti sólo quiero, lo que te quiero.




 A veces me pregunto si te aquejan dudas sobre mi cordura, si esta emoción que se me escapa de las manos, que se filtra en la horas del día y del sueño, te resultará extraña, como extraña resulta la alienación o la extravagancia.
Ni yo mismo encuentro, explicación para esta desazón mía, para la dulce alegría de pensarte, para el descaro de irrumpir en tu vida con mis ensoñaciones que son en realidad deseos de pequeños milagros que sólo contigo quisiera compartir.
Si supieras con que avidez te veo, si supieras como el saberte cercana conforma en mí una trama de ánimo que me ayuda a sobrellevar la rutina de los días, si supieras la decepción que siento, cuando en mi otro mundo te busco y no te encuentro, pensarías, sin duda, que mi biografía ha sido dura castigándome con tamaño desequilibrio mental.
Porque para gozar de esta inquietud exquisita que me inspiras hay que
traspasar un límite y dejarse llevar. Es como aprender a nadar.
Yo sin querer, por la fuerza del cariño que te tengo, he saltado a esa otra dimensión dónde viajo en tren a tu lado, contemplo la luna sobre tu cabeza, bailo encima de un piano, corro entre altas espigas verdes de tu mano, hablo en francés, y te escucho saboreando una taza de café sobre una alfombra persa.
Y me siento bien, nada perturba mi deleite, y me perdono las cosas y perdono al mundo, y creo en este Dios tan lejano, y te pienso, y mi corazón me dice que ya no quiero nada, porque te tengo.
De ti sólo quiero, lo que te quiero.

M.Canet