martes, 20 de noviembre de 2012

Niebla





Un autobús, 124, parte en la niebla
del lugar en el que se me escapa el pensamiento.
Viajo en el asiento de mi mismo
encarado en el cristal de mi adversario,
oteando en las marquesinas mojadas
una fila de luces que han preparado
la dedicación del día a mi fracaso.

En pos queda el Sena y el d'Orsay ,
los besos con sus paseos, el arrumaco
del calor donde combatían la frialdad,
tus brazos de luz cincelando
una arista de peso en Notre-Dame.

En sentido opuesto, hacia el torbellino
de tinieblas avanza el cierzo, regresa el frío,
emanan los árboles, los humanos,
los anuncios y los coches, un perro
amarrado a la farola más plomiza del cielo.
Se hace de noche. La lluvia es otro filo
de cuchillo proyectado por la tronada.
Se infiltra en las pupilas. 
Puramente.
Un autobús, 124, parte en la niebla...



M.Canet

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cierto y triste día de niebla poeta. Yo he tenido la misma visión o parecida. Enhorabuena.