
Madriz; vientre de villanos agónicos
Llego a tu seno. Necesitando zalamerías,
gris botánico. Nativo..
Nativo de la ciudad cruel.
Regreso al centro de subrepticio;
a prestar algún guiño.
Del gorjeo de Rivas
al claxon de Santa Castellana y el cotidiano Orfeón de mi submundo.
A mis textos, a sus menús, mi escalera
menos tres, a su educación mudable. Al
poema del Cuervo, a la capilla ardiente de
la Melancolía
A la espalda, la ternura de la urbe,
de amigos, a la luz de un vermut y mejor
jamón...
Es mi Costa asfaltada y con espinas.
Agotador en cualquier momento.
Alacena alimenticia de mi sentimiento.
Gracias por tocarme, lustrarme, licuarme
y oxidarme, arenal del Caos, es
mi chapuzón frecuente.
Te traigo un escrito y una foto de Darío.
Te quiero y te odio Madriz, porque veneras a los demás,
sin pretender moneda de cambio. Es el verdadero y jodido
amor.
Ofreces tu emporio central, por costumbre, con
sublime donaire, al cualquier foráneo. Con ruido.
Al alba, acabare con este discreto escribir.
M.C 22/04/07
Llego a tu seno. Necesitando zalamerías,
gris botánico. Nativo..
Nativo de la ciudad cruel.
Regreso al centro de subrepticio;
a prestar algún guiño.
Del gorjeo de Rivas
al claxon de Santa Castellana y el cotidiano Orfeón de mi submundo.
A mis textos, a sus menús, mi escalera
menos tres, a su educación mudable. Al
poema del Cuervo, a la capilla ardiente de
la Melancolía
A la espalda, la ternura de la urbe,
de amigos, a la luz de un vermut y mejor
jamón...
Es mi Costa asfaltada y con espinas.
Agotador en cualquier momento.
Alacena alimenticia de mi sentimiento.
Gracias por tocarme, lustrarme, licuarme
y oxidarme, arenal del Caos, es
mi chapuzón frecuente.
Te traigo un escrito y una foto de Darío.
Te quiero y te odio Madriz, porque veneras a los demás,
sin pretender moneda de cambio. Es el verdadero y jodido
amor.
Ofreces tu emporio central, por costumbre, con
sublime donaire, al cualquier foráneo. Con ruido.
Al alba, acabare con este discreto escribir.
M.C 22/04/07